Cerca del vencimiento del DNU, el Gobierno define cómo endurecer algunas de las restricciones actuales para contener la segunda ola

Alberto Fernández logró el consenso de los gobernadores y Horacio Rodríguez Larreta para avanzar con el nuevo Decreto. Las medidas que analizan aplicar en la Casa Rosada.

Recabar información, debatir, y decidir. Un día antes de que venza el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que firmó Alberto Fernández con la última tanda de restricciones para frenar el impacto de la segunda ola de coronavirus, la Casa Rosada trabaja contrarreloj para determinar el alcance de las políticas que regirán a partir de mayo.

Los escenarios son múltiples. Hay distintas opciones girando por los despachos oficiales. Pero por estas horas las máximas autoridades nacionales evalúan la continuidad de las medidas vigentes y, sobre esa base, sumar más controles y un puñado de medidas más restrictivas. Más duras.

Es una continuidad con cambios. Con ajustes. Un camino distinto al que se planteaban en Balcarce 50 en los últimos días previos al fin de semana, cuando se analizaba la posibilidad de construir una Fase 1 adaptada a este tiempo de la pandemia, de la economía argentina y del cumplimiento de la sociedad.

Ese esquema de restricciones más severas fue desaconsejada por los expertos médicos que asesoran al gobierno y se diluyó en el inicio de esta semana. En todo caso, es una carta más que Fernández tendrá para aplicar si los contagios no encuentran un techo y condicionan aún más la estabilidad del sistema sanitario.

Los especialistas médicos le recomendaron al Gobierno tomarse tiempo hasta el jueves para medir con mayor precisión el impacto del primer decreto presidencial, que fue el que acotó la circulación nocturna. Entienden que el segundo DNU, que tuvo como eje del conflicto la presencialidad de las clases, generará resultados más contundentes visibles en los primeros días de la semana próxima.

En los últimos días en la Casas Rosada notaron que se había desacelerado la curva de contagios. Entonces, podrían evitar un cierre estricto y solo sumar medidas duras que sean sectorizadas. Axel Kicillof, el gobernador que viene pidiendo patear el tablero y profundizar las restricciones, ayer a la tarde, durante la teleconferencia, reconoció que “los casos se estabilizaron” y “se redujo el ingreso de pacientes a la terapia intensiva”. Su apreciación fue una señal en sí misma.

A diferencia de las últimas dos semanas, cuando hubo discrepancias con la Ciudad y con varios mandatarios provinciales, el Gobierno llega al momento de la decisión final con mayor consenso político. Lo respalda el evidente y sostenido alto nivel de contagios, que supera los 20.000 casos diarios desde hace diez días, en un contexto de alta ocupación en el sistema sanitario.

Durante las últimas 48 horas el Presidente encontró el respaldo político que buscaba quince días atrás cuando emitió el decreto que está vigente. En el Gobierno sienten que anticiparon el agravamiento de la situación sanitaria y la mayoría de los mandatarios, en especial Rodríguez Larreta, miraron para otro lado.

“Avisamos y no nos escucharon. Ahora se dan cuenta de que tenían que tomar medidas”, reflexionó, con ironía, un funcionario cercano al Jefe de Estado. Ya no hay enojo. En todo caso, existe cierto alivio por encontrar en todos los mandatarios la misma mirada sobre la degradación del escenario sanitario. Serán ellos los encargados de controlar el cumplimiento efectivo de las medidas.

Si el DNU no se cumple o las medidas se flexibilizan en los hechos, el impacto se reducirá y el resultado epidemiológico proyectado se disolverá con rapidez. A todos los gobernadores les conviene aplicar controles duros en sus provincias. Si la segunda ola pega con fuerza en sus distritos, sus sistemas sanitarios – en general menos robustos que el de CABA y provincia de Buenos Aires – podrían quedar en jaque.

Fuentes del Gobierno informaron que los lineamientos generales del decreto anterior se mantendrían vigentes por otros quince días, hasta mediados de mayo. Se planea implementar un sistema de fases -ilustrado con la figura de un “semáforo”-, que avance o retroceda según la situación epidemiológica de cada distrito de acuerdo a parámetros predeterminados.

Analizan también la posibilidad de introducir modificaciones en el horario de límite a la circulación -en lugar de 20 a 6, de 18 a 6-; en la forma de impartir la educación -de forma “administrada” por horarios, días y niveles-, y en el funcionamiento de los comercios -con entregas a domicilio y atención en la calle.

Las medidas aún están discusión. Faltan definiciones. Además, puertas adentro de la Casa Rosada, no descartan que Alberto Fernández pueda tomar alguna decisión específica que no está en discusión actualmente, tal como sucedió con la suspensión de las clases presenciales.