Lula quiere suspender las reformas laborales de Temer y Bolsonaro y volver a la legislación obsoleta de 1943

La llegada del presidente Lula da Silva al poder significó un golpe al proceso de reformas estructurales en Brasil. Tras la amenaza de revertir la reforma previsional de 2019, el Gobierno socialista ahora apunta contra las reformas laborales modernizadoras llevadas a cabo entre 2017 y 2021.

El ministro de Trabajo y Empleo, el socialsita Luiz Marinho, declaró que el oficialismo trabaja en una nueva reforma laboral para revertir total o parcialmente los cambios dispuestos por Michel Temer en 2017 y Jair Bolsonaro en 2021. Estas reformas fueron las primeras implementadas a gran escala en Brasil desde el año 1943, ya que antes solo se habían enmendado algunos artículos durante la década de 1990.

En pleno 2023 el Gobierno de Lula propone volver a una legislación laboral atrasada por 80 años, y pensada para una economía completamente distinta a la moderna. Tras el estallido de la crisis financiera en 2015, la vieja legislación laboral dejó un saldo de 13% de desocupación entre finales de 2016 y principios de 2017, un hecho que solamente se volvió a observar durante el peor momento de la pandemia en 2020.

Las propuestas del Gobierno socialista

El equipo técnico de Marinho aún no presentó un proyecto definitivo ante el Congreso, pero se analizan los siguientes cambios:

Retorno de la homologación laboral. Se propone que los despidos formales vuelvan a ser supervisados por organismos estatales y sindicatos.

Ultra-actividad de convenios colectivos sin limitaciones.

Nuevo régimen especial para el contrato intermitente. Se propone un mínimo legal de horas diarias a contratar por la empresa.

Las reformas Temer-Bolsonaro y los resultados

El Gobierno de Temer fue el primero en proponer una reforma integral sobre el régimen laboral por primera vez desde 1943. Los cambios incluyeron la legalización de la tercerización de tareas, la flexibilización de las condiciones de despido, la legalización de la llamada “jornada intermitente”, la autorización de mayores flexibilidades sobre el pago de vacaciones, y se amplió la jornada laboral diaria a 12 horas con un máximo de 44 horas semanales.

Más tarde, en septiembre de 2021 el presidente Jair Bolsonaro profundizó los cambios y lanzó dos nuevos regímenes flexibles: el Régimen Especial de Calificación e Inclusión Productiva (REQUIP) y el Programa Primera Oportunidad y de Reinserción en el Empleo (PRIORE).

Las nuevas modalidades permitieron rebajar cargas patronales, reducir o eliminar costos de indemnización, reducir o eliminar cargas por aguinaldo, y se establecieron facilidades crecientes conforme más pequeña sea la unidad empresarial.

Los resultados fueron arrolladoramente exitosos. La desocupación abierta cayó un 4,1% entre 2017 y 2022, y hasta un 4,2% considerando solamente el período de vigencia de la Reforma Bolsonaro.

El indicador retornó a los niveles más bajos registrados desde 2015. Asimismo, también se observó una mejoría notoria sobre la relación entre la actividad y la creación de trabajo. Mientras la crisis económica de 2015-2016 provocó un violento aumento de 6 puntos del desempleo, la crisis de la pandemia en 2020 (mucho más fuerte que la anterior) generó un aumento de tan solo la mitad.

De la misma manera, la recuperación laboral post-pandemia fue mucho más rápida que la recuperación laboral post-crisis de 2016. Todos estos resultados fueron obtenidos por la modernización de la legislación laboral, y su adaptación a las necesidades del siglo XXI.

 

Los resultados de las reformas laborales en Brasil.