Lo peor que podría pasarle a Argentina es la renuncia de Alberto Fernández

Paradoja patriótica la de los argentinos: tener que “cuidar” al que muchos denominan como el peor presidente de la historia. Es que, si dimite en este momento, la situación sería mucho peor. Una renuncia de Alberto Fernández, y una Cristina Kirchner con la banda presidencial en el año del incendio, se catalogaría lisa y llanamente como una tragedia. Aunque parezca difícil de visibilizarlo, sí, podría ser algo mucho peor al desastre que vive Argentina por estas horas.

La analogía con 2001 presenta algunas cuestiones para prestar atención. Aunque sobraban las razones para querer ver afuera de la Casa Rosada a Fernando de la Rúa, sobre todo luego de la parcial confiscación que significó el “corralito”, lo que vino luego fue mucho peor: la confiscación total del “corralón” de Eduardo Duhalde y el peronismo. Aunque la tentación de hacer volar por los aires al gobierno era grande, un mínimo análisis introspectivo podría haberles indicado que estaban jugando con fuego a los argentinos que salieron a protestar con las cacerolas

Por estas horas, la tentación de que Alberto tenga que reconocer que no estuvo a la altura es enorme para todos nosotros. Sin embargo, debemos preguntarnos si vale la pena pagar el precio de la hecatombe que podría significar el inicio de la tercera presidencia de CFK. Porque es claro que ella no se va a ir a ningún lado.

Justamente este lunes comenzarán los alegatos judiciales en la causa “vialidad”, que es una de las que más le quitan el sueño a Cristina. A diferencia de otras como la de “dólar futuro”, que muchos especialistas adelantaron que quedaría en la nada, el juicio vinculado a la malversación de fondos estatales en la obra pública de la provincia de Santa Cruz la tiene con la soga al cuello. Aunque cuente con la edad para solicitar una prisión domiciliaria, ante el caso de una eventual condena, Kirchner hará cualquier cosa para tratar de evitar ese escenario. Y ya vimos que, si de sacar sus papas del fuego se trata, a la vicepresidente no le importa absolutamente nada. Su lucha con la Corte Suprema, en el marco de su complicado frente judicial, podría significar una tragedia de encontrarse de manera formal encabezando el Poder Ejecutivo.

Lamentablemente, el colapso económico total del gobierno de Alberto Fernández es inevitable. Los argentinos deberán hacerse la idea que todo estará muchísimo peor que hoy en el mediano plazo. Ese es un escenario que ya resulta absolutamente inevitable. Abrazarse a la idea de alguna receta mágica o solución voluntarista, lo único que hará será garantizar una desilusión descomunal a un país de adultos que se comportan como niños. Las opciones en el menú son: colapso y salida de la mano de un próximo gobierno que tenga un plan coherente o colapso y desastre total extendido en el tiempo. Ahora, el colapso es la próxima estación. La elección de Silvina Batakis como ministra de Economía ya selló ese primer destino.

Para el ingenuo que albergue algo de esperanza para el futuro inmediato, no hay más que recordarle las palabras de la flamante ministra sobre sus referentes económicos. Cuando le preguntaron sobre cuál es su referente histórico al frente del ministerio que coordina, Batakis no tuvo ninguna duda: dijo José Ber Gelbard. Para la pena de todos los argentinos, la discípula está empeñada en seguir los pasos de su ídolo. Cabe recordar que Gelbard fue el irresponsable que implementó todos los controles y la “congelación” de precios de la última presidencia de Perón. Su gestión, al no brindar resultados, terminó con su renuncia poco después de la muerte del caudillo. Meses después, en el gobierno de su viuda y vicepresidente, todo voló por los aires. Aunque Batakis, en su confusión ideológica, considere que los hechos tuvieron que ver con la muerte del líder y el copamiento de “la derecha peronista” en el poder, el “rodrigazo” y el desastre total no fue más que la explosión generada por la política de Gelbard de esconder la basura debajo de la alfombra por demasiado tiempo.

A otro desastre nos llevará Batakis, que quizás explote cuando ella ya no esté en el ministerio. Desafortunadamente, evitar todo esto ya no forma parte de las opciones. Lo único que podemos hacer es ajustarnos el cinturón de seguridad para enfrentar el impacto. Lo que sí podemos (y debemos) es comenzar a preguntarnos si vamos a exigirle a la oposición un plan económico responsable y sustentable. Mientras tanto, lamentablemente, lo único que podemos esperar es que Alberto se quede con la banda presidencial mientras todo se incendia, y que se la ponga al que gane las elecciones el año que viene. Cualquier otra cosa puede ser muy peligrosa.

Marcelo Duclos

Nació en Buenos Aires en 1981, estudió periodismo en Taller Escuela Agencia y realizó la maestría de Ciencias Políticas y Economía en Eseade. Es columnista de opinión invitado de Perfil, Infobae y músico.