Congelamiento de precios: el Gobierno suma una pésima señal política a una receta gastada

Voces habitualmente sensatas de la política dicen que el cuadro que muestran las encuestas sobre intención de voto en Buenos Aires no es muy diferente a la foto de las PASO, con ventaja de Juntos por sobre el Frente de Todos. Visto así, es una preocupante noticia para el oficialismo y no tanto por aquella distancia de unos cuatro puntos, sino especialmente porque reflejaría un escaso o neutro efecto de las medidas que vienen anunciando el gobierno nacional, la gestión provincial y hasta algunos intendentes. Eso asoma así al menos hasta ahora. Y explicaría el temor que alimenta medidas como el congelamiento de precios. Una mala señal política que incluso le resta potencia a una receta nada novedosa.

La imagen que busca proyectar Roberto Feletti está lejos de exponer una posición sólida y a la ofensiva, aunque suene dura. Una política de precios como medida unilateral resta de entrada el sentido de compromiso, hasta publicitario, que tenían acuerdos como Precios Cuidados. Aún fruto de pulseadas, servían de referencia por un tiempo. Y expresaban, a veces formalmente, una “voluntad de diálogo” que ahora el empresariado de la alimentación dice no ver en el Gobierno. O al menos en el área de Comercio Interior.

Las fórmulas de congelamiento tienen extensa historia de fracasos, por distintas razones. En todo caso, según economistas sin prejuicios, puede funcionar un tiempo limitado, en el arranque, con riesgos crecientes en el mediano plazo. Es parte de la mirada limitada que pone el foco en el precio y no en la inflación como fenómeno. Desde el punto de vista político, expresa una movida precipitada por el desafío de noviembre y que proyecta mayor incertidumbre para el proceso poselectoral.

En molde de campaña es, además, contradictoria y acotada a la franja electoral considerada “propia”. Va a contramano de la publicidad centrada en el “Sí”, que en los textos y en la estética, busca mostrar un panorama positivo y de vuelta a la normalidad, lejos de la agravada crisis económica y social. Se trata de un giro que no cayó bien de entrada en el kirchnerismo más crítico del propio Presidente.

En cambio, la asunción de Feletti en Comercio Interior y su decisión de ir por un congelamiento de precios fueron celebradas como un gesto de dureza necesario por algunos sectores del kirchnerismo. Se vio incluso en las redes sociales, con una llamativa combinación de apoyo a las medidas de Feletti y de respaldo a Aníbal Fernández, después de su tuit alarmante contra el humorista gráfico Nik.

No son datos menores. Expresan de algún modo dos líneas de interpretación sobre el mensaje de las PASO o, en rigor, sobre los motivos del desgaste oficialista y la respuesta global. Hay un punto de coincidencia: la economía. Pero para algunos es un punto en sí mismo, excluyente. Y para otros, se trata del motor de un malestar potenciado por prácticas del Gobierno, desde la pérdida de una imagen más “moderada” -o de equilibrio interno- hasta los gestos de privilegios del poder, como el festejo cumpleañero en Olivos.

Desde esa perspectiva, la falta de acuerdo con los empresarios y el congelamiento de precios constituyen una expresión del giro oficialista por encima de las medidas de asistencia económica. Por supuesto, trasciende a los actores de este capítulo, seguramente tendrá lectura externa y, antes que nada, podría hablar de nuevas tensiones internas por la marcha de la campaña en sentido amplio -anuncios y publicidades-, tal como fue visible en los actos por el Día de la Lealtad.

Varias encuestas, en sus páginas de análisis cualitativo, coinciden en que no se alteró y en algunos casos desmejoró la evaluación de las principales figuras del oficialismo. Y también anotan que la inflación -como principal renglón de los factores económicos- encabeza las preocupaciones sociales, seguida por otras cuestiones del mismo modo persistentes como la inseguridad.

Los pocos días transcurridos desde la asunción de Feletti no habrían jugado precisamente como un freno en materia de precios. Más bien al contrario, según el registro de consultores sobre lo que va de octubre. Habría acelerado alzas.

Septiembre ya había marcado un quiebre en lo que se presentaba como un camino descendente de la inflación, aún en niveles altos. El 3,5% de ese mes -un punto porcentual sobre agosto- venía seguido por incrementos fuertes este mes. Por supuesto, eso esmerila los anuncios del Gobierno y, si se mantiene, podría afectar otra vez acuerdos paritarios.

El contexto electoral precipitó todo. ¿Imponer el congelamiento mediante una resolución de Comercio Interior cancela las negociaciones? No necesariamente, aunque parece complicado si se privilegia la idea de exponer dureza. Juegan las imágenes, pero también cuestiones prácticas. El foco sobre las grandes cadenas de supermercados expresa como siempre una visión reducida del fenómeno inflacionario y de las características del consumo, sobre todo en los sectores más castigados por la crisis. Para completar y en términos de campaña, gente con pecheras controlando precios y códigos de barra suma poco. O resta.